Freddy Enrique Hermoso Herrada.
Pretenderla no es cosa sencilla, conocerla sólo es el comienzo, comprenderla nos acerca a Dios y alcanzarla es llegar a los senderos de la felicidad, pero ¿qué es la Sabiduría?, es una forma de encontrar el conocimiento de los secretos que guarda la obra creadora del Señor Dios, sus postulados resguardan en sus contenidos las leyes ocultas que rigen el orden del cosmos y del comportamiento humano, pero todo ello, como producto de la creación divina[i].
Su hallazgo deja beneficios[ii] y los mismos son grandes, no hay compensación material que se compare a los que ella, por si sola trae, es un esfuerzo por acercarse a la mejor forma de vivir, a existir moralmente, con justicia y rectitud, su acercamiento implica tener en consideración un equilibrio actitudinal para que esos secretos sean conocidos por quien los busca.
Una de las primeros aspectos que refiere el libro de los proverbios es que ésta tiene un programa y un método, es decir establece estrategias doctrinarias y didácticas importantes para la consecución de ese equilibrio, con ello se puede “aprender sabiduría”[iii] se adquiere instrucción efectiva, acrecienta saberes y aporta habilidades, todo ello fundamentado en otro de los dones del Espíritu Santo y es el que se refiere al “temor de Dios”[iv], este don en los hombres y mujeres de bien es contar con larga vida[v]
Constantemente el texto bíblico, contrapone a las cualidades del sabio, las imperfecciones del necio, y esto no es casual, con Dios estas no existen, pero es que el necio una de sus grandes defectos es obviar la existencia de Dios, en su ignorancia por no ver la grandeza de sus obras, es una limitación propia de sus flaquezas, menosprecia el valor de la justicia.[vi]
La sabiduría es conquistable para el hombre que ama a su prójimo, que teme a Dios, que sabe de su existencia y que confía su porvenir a la seguridad de su compañía[vii] , por ello es que buscar la sabiduría es fundamentalmente conducirse a lo largo de la vida por el camino del bien, de la justicia, de la rectitud, se trata de actuar con prudencia, con inteligencia, buscando constantemente la instrucción, las razones por las cuales ellas existen, y sin duda apreciar con acuciosidad estas cualidades implica un carácter de mucha templanza, que conozca del control y del autodominio, para que con inspiración divina ella pueda aflorar como producto de dos actitudes: actuar con bien y reconociendo que Dios está en nuestra vida, y por ello asumir ese temor, no como un miedo, sino como un respeto que existe y está en el buen obrar, en no tener acciones duales, ni perversas, es conocer de las dimensiones del bien que se desborda y se transmite, para generar, reacciones de más bien[viii].
De modo que este es uno de los temas más apasionante de la doctrina cristiana, fundamentada en los libros sapiensales de nuestros padres en la fe, son esos escritos los que presentan en nuestra cultura religiosa, el reconocimiento ancestral de ese origen divino, de esa obra creadora del Señor y lo maravilloso de la conservación de su inspiración, su cultivo, nos mantiene, nos acerca y nos permitirá ese encuentro prometido en la vida eterna y el goce de una larga y prudente vida en este plano terrenal.
Asumamos, con entereza en nuestra vida como cristianos católicos, el fervor por Dios Padre Hijo y Espíritu Santo, como poder único y divino, un padre amoroso, que nos cuida y nos acompaña, pero que también nos exige mantenernos en su amor, en sus enseñanzas y en su esperanza misericordiosa para llegar a esa plenitud que solo con sabiduría podemos alcanzar, esa es la felicidad, búscala.
[i] De acuerdo a lo que plantea el libro del eclesiástico en 1, 1 “Toda sabiduría viene del Señor y está con él por siempre”.
[ii] Como los que destaca Prov. 4, 13-15: “Feliz el que encuentra sabiduría, el que logra inteligencia, pues es más rentable que la plata, más provechosa que el oro. Es más preciada que las perlas, todas sus joyas no se le comparan”.
[iii] Prov. 1, 2.
[iv] Prov. 1, 7 “El principio de la sabiduría es el temor del Señor…”
[v] Eclo. 1, 20 “Raíz de la sabiduría es temer al Señor, sus ramas son larga vida”.
[vi] Eclo. 6,20 “Es tarea ardua para los ignorantes, carga insoportable para el necio”.
[vii] Sab. 1, 6. “La sabiduría es un espíritu que ama a los hombres…”
[viii] Eclo. 7, 1 “No hagas el mal, y el mal no te alcanzará”.
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